Marisa

Hoy me permito el lujo de escribir en castellano.

Nos conocimos una noche de finales de Octubre en Moycullen, Irlanda. Vosotras me esperabais dentro del Almera verde azulado, hacía un frío de cojón y yo llegué fumándome un cigarrillo, como no. Creo recordar que no tardamos ni media hora en ver que conectábamos a la perfección. Quizás no somos tan distintas.

Chica morena, pelo largo. Ojos verde profundo y labios al más puro estilo Angelina Jolie. Nacionalidad española-australiana. Artista con mayúsculas.

Decidimos buscar soluciones para evadirnos del insoportable mundo au-pair. Y las encontramos, por supuesto que las encontramos.

La cerveza nos corría por la venas como si de sangre se tratara. Saqueábamos el Super Value a menudo con Caramel, Doritos y Dutch Gold, of course.

Tu Almera, nuestro refugio. Dentro del vehículo nos escondíamos del viento, el frío y la lluvia que tanto jodía nuestros dedos de los pies.

Bob Marley y Bob Dylan fueron nuestra banda sonora en más de una ocasión.

Cuando a las dos de la madrugada todo el mundo cerraba persianas en Galway, tú y yo seguíamos buscando un quehacer por las calles congeladas y vacías, mendigando y hablando con mendigos que nos pedían dinero.

Hablábamos de la vida y de qué nos depararía el futuro, imaginando cómo sería una aventura en una Volkswagen antigua recorriendo Australia y Nueva Zelanda.

Helena la de los brazos largos… me hiciste un dibujo, el primero de muchos.

This is England nos flipó. Mucho.

Perdimos la luz delantera izquierda y reventamos el parachoques de tu coche en una alocada persecución de conos en la carretera. ¿Confías en mí? Sí, cierra un ojo y pa’ lante.

Poco tiempo duró el buen rollo, tuviste que largarte a Epaña antes de lo previsto. Y entonces viví 6 meses más en la isla, pero sin Marisa... 

Un abrazo chica, un abrazo grande.